Hola amigos.
Tras una semana y pico de parón por causas diversas, vuelvo a retomar la empresa con una sugerencia, algo rara pero tan simple como deliciosa: el "edamame" o habas de soja japonesas.
Sé lo que estarán pensando: "esas cosas exóticas son difíciles de encontrar donde yo vivo, ¿donde voy a comprar esto?, son cosas muy especializadas, etc.". No obstante, déjenme decirles que yo, tras mucho buscarlo por diversos sitios (tiendas gourmets, comida oriental, Corte Inglés...) lo encontré de casualidad en el "Chino" debajo de casa, en la nevera de los congelados.
Pero antes hablaremos un poco de ello. Descubrí el edamame hace años, y es bastante normal encontrarlo en restaurantes japoneses (los de verdad, no las frecuentes imitaciones o "reconversiones") donde a veces lo ponen sólo como aperitivo y otras aparece específicamente en la carta. Se trata de unas pequeñas vainas parecidas a las judías o habichuelas verdes en tamaño y a las tradicionales habas en forma, y cuyo interior alberga de tres a cuatro frutos, parecidos a los guisantes pero ovales, con un sabor tan suave como adictivo.
Los "japos" las ponen cocidas o al vapor, pero he llegado a probarlas incluso a la brasa. Se comen como si fueran altramuces, mordiendo la vaina para sacar el haba y verdaderamente les digo que cuando se empieza ya no se puede parar.
La forma más sencilla de prepararlas es hervidas en agua con sal. Se pone a calentar abundante agua en una olla o cacerola hasta que empiece a bullir, momento en el que se introducen las habas, dependiendo el tiempo de cocción de si están o no congeladas (deben quedar bien "al dente"). Lo ideal, en el primer caso, es descongelarlas antes en el frigorífico, en este caso se mantendrán en agua hirviendo no más de tres o cuatro minutos (cuando la verdura empiece a desprender olor faltará un minuto o dos). Importantísimo es tener previamente preparado un bol con agua y hielo, al que le habremos echado, igualmente, bastante sal para que no las dejen sosas. Esto servirá para cortar la cocción y que queden duritas, al tiempo que adquieren un verde más intenso. Así pues, una vez escurran, inmediatamente las introducimos en el agua helada. Será entonces cuando tomen su sabor característico.
Para su presentación, se colocan en un plato hondo o cuenco e, igualmente, le añadimos un generoso puñado de sal (fina o media) de manera que, al llevárnoslas a la boca para sacar las habas, se mezclen con ésta. En templado son deliciosas, pero pueden cocerse con antelación y servirse frías sin desmerecer un ápice.
En resumen, si van a algún japonés no duden en pedirlas y si las encuentran, abastezcan su congelador de ellas pues será el aperitivo perfecto para sorprender al más exigente comensal. Se las comerán como pipas..., no olviden que tenemos dispensa de gula.
Un saludo. Sr. Lobo.